El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde
Dorian Gray, joven y hermoso,
cultiva un amor intenso por la belleza y el placer, pero lo suyo no es un culto
con trasfondo pagano, sino romántico, visceral. Basil Hallward, un pintor amigo
de Gray a quien el físico joven ha impactado, emprende con obsesivo entusiasmo
la pintura de un retrato del protagonista.
Hallward se siente atraído hacia
Dorian y sublima sus sentimientos en el más perfecto retrato que pueda
imaginarse: cada rasgo, cada miembro, está armónicamente colocado en un
conjunto fruto, más que la habilidad y el conocimiento del pintor, del amor que
éste siente por el arte y la belleza de su joven modelo.
Un inesperado encuentro de Dorian
Gray con Lord Henry Wotton a quien conoce por casualidad en el estudio de
Basilio, lo hace consciente de lo efímeras que son la juventud y la belleza; al
ver terminado el perfecto retrato sufre una crisis: “ –siento celos de todo lo
aquello cuya belleza no muere.
Tengo celos de mi retrato pintado
por usted. ¿Por qué ha de conservar él lo que perderé yo? Cada instante que
pasa me arrebata algo y le da algo a él. ¡Oh, si pudiera ser a la inversa”.
Clamó el joven con los ojos llenos de lágrimas, anunciando el pacto infernal
que materializaría posteriormente sus deseos.
Ante la reacción de Dorian Gray
frente al retrato terminado, Basil intenta destruirlo con una espátula; lo ama
demasiado. El joven se lo impide, ama el retrato, siente que algo de si mismo
hace parte de aquél lienzo.
Dorian Sigue frecuentando a Lord
Henry, llevando en compañía de este cínico e inescrupuloso personaje, una vida
superflua y licenciosa. En una de sus incursiones nocturnas conoce a Sibilla
Vane, joven actriz de quién queda prendado y a la que promete matrimonio
retractándose después inducido por Wotton, ocasionando con ello el suicidio de
la muchacha que realmente enamorada de Gray, no pudo soportar el aparente
desprecio que encerraban sus duras palabras al momento de la ruptura.
La muerte de Sibyl llena de pesar
a Dorian, pero ese sentimiento es opacado al descubrir que el perfecto retrato
que le hiciera Basilio tenía un “toque de crueldad en la boca”. Al enterarse de
la noticia, relacionó el cambio sufrido por la pintura, con su abominable
comportamiento en el suceso de la actriz, recordando con espanto el deseo
vehemente que había expresado al momento de ver el retrato concluido.
Dorian opta por ocultar el
retrato a los ojos de todos e impide que Basilio, su autor, vuelva a verlo.
Cuando éste le propone que le sirva nuevamente de modelo, el joven contesta:
“No puedo explicarle a usted
esto, Basilio, pero no debo servirle nunca más de modelo. Hay algo fatal en su
retrato. Tiene vida propia. Iré a tomar el té con usted. Será exactamente igual
de agradable.”
La oscura insinuación confunde a
Basilio y lo llena de rabia y de tristeza, él había cometido el error de
confesar a Dorian los sentimientos, la devoción que le inspiraba y éste había
recibido sus palabras con indiferencia, con desdén.
Desde aquél momento el desenfreno
y la corrupción se apoderaron de la vida de Dorian Gray; sobre su vida
disciplinada se murmuraba en todo Londres y a oídos de Basilio, su amigo de
antes llegaron las noticias.
El pintor desea dejar la ciudad
pero quiere antes encarar a Dorian, saber de sus propios labios si es cierto o
no lo que se dice. La misma noche de su proyectado viaje busca al joven en su
casa y éste, ante la presión de las insistentes preguntas y reclamos de
Basilio, lo lleva a la habitación donde oculta el retrato y descubre ante él la
magnitud de un horror que contribuyó a crear.
En un rictus de desespero y
locura mata a Hallward en el mismo cuarto donde guarda la pintura, ya que lo
culpa en cierto modo de sus tormentos, de ver la deformación de su alma de modo
cruel y manifiesto.
Ante los hechos, decide acudir a
la ayuda de Alan Campbell, joven científico y aficionado a la música que antes
fuera su íntimo amigo, pero éste consigue cu colaboración gracias al chantaje.
Cuando se ha deshecho del cadáver, se tranquiliza y sale. Su vida mundana
continúa.
El azar lo lleva una noche a un
bar situado en el muelle donde tiene varios encuentros que poner de relieve su
abyección: una vieja y decrépita prostituta le increpa; él le condujo a ese
estado de predicción y ebriedad; Adriano Singleton, un joven conocido de Gray
perdido, como él, en las brumas del opio; y Jaime Vane, el hermano de Sibyl,
quien intenta matarlo y no lo consigue ante el desconcierto de encontrar a un
joven que definitivamente es imposible que sea aquél que hace tanto tiempo
indujo a su hermana al suicidio.
El peso de las perversiones y la
corrupción, va haciéndose sentir, para Dorian el espejo viviente de su retrato
va convirtiéndose en un insoportable inquisidor.
Jaime Vane muere en un
infortunado accidente ocurrido durante una partida de caza en la que
participaba Dorian Gray: lo había seguido hasta Shelby con el fin de vengarse
después de que la prostituta le revelase que aquél muchacho que había tenido
entre sus manos y estuvo a punto de matar, sí era el que había hecho infeliz a
su hermana, originando su suicidio.
Por misteriosas razones, los años
no parecían hacer mella en su cuerpo, pero el odio de todos a los que había
hecho desgraciados se acrecentaba día a día.
Después de que la fatalidad
acabase con la vida de Vane, poniendo a salvo la de Dorian, este comienza a
arrepentirse de cuanto ha hecho amparándose en la impunidad que le proporciona
el retrato que envejece y se deforma en su lugar.
Finalmente debe conocer que la
lozanía de su rostro no equivale a la de su conciencia, la prueba palpable está
allí, oculta en la misma habitación donde asesinara a puñaladas a Basilio
Hallward, su autor.
Pensando que al destruir la
pintura se liberará del peso que esa conciencia viva tiene en su existencia,
rasga el lienzo con el mismo cuchillo con el que cegara la vida del pintor.
Un grito ensordecedor rompe el
silencio de la noche; los criados se levantan alarmados y, como pueden,
penetran a la habitación que durante tantos años ha estado vedada a sus ojos y
los del mundo.
“Al entrar, encontraron, colgado
en la pared un espléndido retrato de su amo, tal como le habían visto
últimamente, en toda la maravilla de su exquisita juventud y de su belleza.
Tendido sobre el suelo había un hombre muerto, en traje de etiqueta, con el
cuchillo en el corazón. Estaba ajado, lleno de arrugas y su cara era
repugnante. Hasta que examinaron las sortijas que llevaba no reconocieron quien
era”.
Fuente: http://www.diarioinca.com/2010/12/resumen-el-retrato-de-dorian-gray-oscar.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario